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Que antes de darse cuenta,
    ardan como espinos que se queman para calentar la olla.
Que sean arrancados con enojo,
    como hierba mala entre la hierba buena.

10 Y se alegre el justo al verse vengado,
    como el soldado que pisa la sangre del enemigo.
11 La gente dirá: «De veras los justos son recompensados;
    es verdad que hay un Dios que gobierna el mundo».

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